Guiado por una pátina de bondad callejera, me siento en el piso de una esquina perdida de provincia, a esperar un bondi que nunca llega.
Aquí todo es fugaz, nada parece haber sido hecho para siempre. Un pasacalles se va deshilachando con el viento, una paloma se rasca sobre un cable mal puesto y un gato moteado la mira.
Alguien cruza la calle, atento aunque este sea su territorio. A mi se me nota la capital. El flaco me mira desconfiado y da un salto de perro sobre el charco conocido.
Yo vuelvo a la vereda, un puzzle arrasado por elefantes furiosos y un sol endiablado que tampoco parece brindarle demasiada compasión a las baldosas sueltas.
Enfrente, una parrilla – “La Milagrosa”- parece ser lo único abierto. El hambre aprieta, así que me decido y cruzo la calle.
Entro. Las mesas vacías, la formica gastada en los bordes, el Jesucristo de
yeso mal pintado y una paredes que parecen comerse la luz de afuera. Una voz oscura
tras las tiras plásticas de colores me espeta sin verme: “¿Qué vas a llevar
pibe?” Décadas de masticar crisis no dan espacio para la delicadez.
Me sube un nudo a la garganta y no se que responder. En mi necesidad de un orden mínimo, de un trato humano básico, hay una carta, un menú, un empleado que no se esconde como sus precios.
El morocho, mozo y cocinero a la vez, elige por mi el sándwich y el precio y yo salgo mas niño de lo que entre.
Ahora solo me queda sentarme en las mismas baldosas de antes a esperar el 57. Se comieron la parada, pero como en este país también hay gente atenta, puedo comer la mila tranquilo. Es aca.
Escucho un rugido a lo lejos y pienso si será mi colectivo. No. Es una motocross con un tipito arriba.
Se detiene ligeramente a mi altura. Parece de juguete. Su casco se gira, mira la mila, el gato, la parrilla…No hay mucho más. Nada que indique calle o altura.
Solo ese sol tenue, oblicuo, esquivo, que le da a todo lo que ilumina una pátina de Sur y después, de destino remendado.
El tiempo se detiene en la esquina asesina mientras una hormiga con casco, que no encuentra la fila, se pierde sin saber hacia donde ir.