Este siglo que empezamos a caminar y su abanderado numero uno, el facebook, han creado una nueva modalidad social, consistente en hipermostrar, hipermostrarse, hipercontar, (¿contarse?), cada uno de los actos cotidianos a través de pequeños comentarios - comentados a su vez por otros amantes del mirar y ser mirado, por otros mortales que algún creativo denomino fan, amigo, me-gusta- y de las correspondientes "fotis".
¿Donde termina la natural necesidad de compartir y empieza la obscenidad social, la preocupante conducta de querer mostrarlo todo, todo el tiempo? Los que muestran nunca se toman vacaciones, porque las vacaciones también las muestran.
Si para que algo "exista" tiene que estar subido al "face", ¿que nos queda para los que no mostramos? ¿Seremos los futuros desclasados sociales? ¿Y que hay de todo lo que no se puede mostrar?
Pensando en todo aquello que no empieza con el prefijo latín "ex": extrovertido, extremo, extranjero, exterior, exhibir,..recordé un poema que solía recitar de memoria mi abuelo:
"Que descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido, los pocos sabios que en el mundo han sido".
Mucho tiempo después entendí que esos caminos también pueden ser los que nacen en uno y siguen sendas escondidas internas.
Un mundo interior único, sagrado, que no tendrá aplicación futura capaz de subirlo al "face".
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1 comentario:
Me encanta lo que recitaba tu abuelo y lo que escribís. Creo que sentimos igual. Lo único que te diría, es que no te sientas esa especie de "deber" de mostrar. A los que no mostramos nos queda el mundo real. Por esa misma necesidad impulsiva de decirlo y publicarlo todo es que termina siendo todo un picadillo descargas, vanidades, egocentrismos y algunas veces algo bueno, que pasa rápidamente inadvertido -creo- por la catarata constante de FCB que deposita todo junto, malo o bueno, yaya uno a saber dónde.
Abrazo grande, amigo.
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