Placer: Último llamado del vuelo hacía la isla más alejada del cordón de lo propio y de lo ajeno.
Música de jazz para los oídos de los amantes del camino a medio hacer.
Muro de contención para la bendita lista interminable: El insoportable peso del Debe Ser.
Miro una ciudad, a veces mía, con destellos de ternura.
Como los penachos verdes que nacen, irreverentes, a la vera de los cordones de las veredas.
Y aca estoy, sín mar, con un día menos y un día mas, proponiendome aquello que no alcanzo, intentando esquivar el recio Destino.
Como en un tic imparable, estiro mis brazos por encima de la media, sin darme cuenta de que lo mejor estará, tal vez, en mis zapatos. Lo mejor para mi aca y ahora.
En los pies que ellos guardan, en lo que esconde el sombrero y solo la caspa intuye.
El pasto acá ni crece. No me hablen de metáforas, del verde más verde del vecino. Solo escucho un martillo golpeando algo que no puedo ni ver.
Pero igual la quiero, igual te quiero Buenos Aires.
Porque aprendí en un solo día a no querer atraparte.
Porque aprendí que solo nombrándote, a vos, y a todas tus piernas, a todos tus sueños, a todos tus bifes de chorizo, a todos los pelandrunes, cordones, penachos y jalaifes que te transitan, que solo deseandote no haré demasiado.Ni demasiado bueno ni demasiado daño.
Como tampoco hace demasiado el poeta nombrando la rosa y su perfume para que esta se lo regale al jodido mundo.
Pero que va a ser, es lo que hay.
Pensando en el miedo, en ese olor que a veces se respira en Buenos Aires, digo y me digo...será para tanto?
Tal vez adentro de esos sucuchos de Corrientes no haya tanto dolor y oscuridad como pensamos. Tal vez haya un bicho más grande escondido en el mini-bar de los deseos de poder de algunos.
Pero bueno, mientras se pasa el día y lo único que cae en la parrilla son palabras.
¿Quien dijo aquello de que la inutilidad siempre es relativa al que la padece?
No se...aca estoy solo yo, jugando a hacerlo desde el mejor asiento, con la brisa de fondo, girando con mis manos y mi memoria esos volantes nacarados de antes.
Esos esqueletos circulares, donde los abuelos se dejaban la vida en cada curva, en cada exigido coletazo.
Nosotros, mocosos, solo podíamos jugar a que lo hacíamos, girándolos sin girar, con el motor apagado.
Pero siempre vuelve esta puta realidad.
Canturreando desafinada la Voz del Ahora me susurra: Corazón, ahora existe el joystick y con la otra mano la blonda azafata te puede hacer la paja...
Pero yo prefiero seguir escuchando bajo la brisa que entra por el Falcón de la memoria, con el perdón de algunos verdes.
Y la música de jazz que escupe mi tocado pero no hundido tocadiscos.
Entonces, ¿para que demorarse más en esto que escribo? ¿Porque no decir adiós a las fluorescentes, rectangulares, selladas, táctiles e incapaces pantallas del mundo?
Incapaces a la hora de tomarse el verdadero avión del placer.
Y si no, Que Dios con la D de Deseo hubiese creado semejante espacio donde representar, donde sintetizar su mundo?
Quiero decir: porque no elegir otro soporte y decirle hola, por ejemplo, a un par de piernas infinitas, o a una mente brillante, sutil monumento abarcable donde se levante, donde se erija, una nueva religión.
Y no justamente la de la imágen, sino la del tacto, ese sutil tacto que daban la distancia y las ideas.
O un mecano, una ciudad, hecha de risa, de amenos coloquios, en definitva, de un estar solo por estar.
Una religión, una ciudad, un mecano, que se encienda y se apagué como lo hizo Gardel, que canté los números de la quiniela con una banda de insensatos zorzales criollos, que lleve orgullosa la voz del pueblo en cada esquina y que abarque, si, y siempre si, y con solo estirar los brazos, y con solo saborear el bife, y con solo entornar los ojos y y con solo desatarse los cordones, todo lo mejor del mundo. De tu mundo, no del que te quieran imponer.
Si. Que sea un alfombrar de perlas de estilo la mejor confitería de Buenos Aires y retozar el alma, la piel y el pensamiento en ella.
Pero el día se pasa y a esta hora son pocos los que todavía no almorzaron y menos los que quieren escarbar deep & profundo, trabajando aquellos arduos pensamientos, escindidos de aparente luz.
Mejor dejarse llevar, encender de a poco la pantalla y escuchar el run run de la Imágen,...la Voz del Ahora.
Mejor dormirse un rato en los laureles y si no hay nada en la heladera, en los dulces brazos de lo ilusorio.
En definitiva, mejor ser como los ingenuos que buscan guarecerse con inútiles paraguas cuando ya paró la lluvia y se asoma el sol.
Si. Eso...mejor.
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