Alguien dijo alguna vez -o lo debería haber dicho- que una verdadera revolución no puede estar escindida de acción.
Yo diría que tampoco puede estar exenta de palabras.
La mía, al día de hoy, esta escondida en algunos autores, contenida en ciertas bibliotecas y porque no, en aquellas poéticas historias que todavía luchan por mejorar en algo el bendito caos que nos circunda.
En esta ciudad, donde casi todos nos pasamos los semáforos en rojo y algunos, el respeto ciudadano, se lo pasan a la torera, es una revolución querer hacer las cosas bien. O al menos intentarlo.
Cada uno en lo suyo. Cada uno haciendo lo mejor que sepa hacer.
En el caso del trabajo con las palabras, tal vez encontrar aquella forma simple y sintética para comunicarse con la mayor claridad posible.
En el caso de los automovilistas, tal vez respetar el bastardeado semáforo y utilizar la bocina solo para casos de verdadera urgencia.
Pequeñas revoluciones sugeridas.
Ahora, si lo que ustedes quieren es retozar plácidamente en las mieles de la poesía, de la verdadera poesía, la que revoluciona nuestros espíritus y nuestros corazones, por favor, dirigirse a los grandes.
Gracias.
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1 comentario:
si, dirigirse a los grandes, y vos sos grande!!!
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