18.3.12

El Rey lloró

Este viejo cuento siempre lo relacione con una canción de Los Gatos, El Rey lloro...dice algo asi como: el humilde hombre, le dijo no puedo, no puedo yo enseñarte a viviiir feliz, tu coon tus mujeres, lujos y placeres, jamas podras ya vivir feliiiz..
 
El cuento habla de un rey de un antiguo reino que poseía todas las posesiones que se pueden poseer. Sus manjares eran traídos de los rincones mas alejados de la comarca, gozaba del amor de las doncellas mas jóvenes y hermosas y practicaba los deportes mas lujosos. 
 
Pero un día escucho hablar de la felicidad. Alguien pronuncio esa palabra y esa noche el rey no pudo dormir pensando en ella. A la mañana siguiente, con ojeras y de mal humor, pidió que vinieran inmediatamente los sabios de la corte.
 
Una vez que estuvieron todos presentes les dijo cual era el motivo de la inesperada reunión. Señores, quiero tener aquello que llaman felicidad...
 
Entonces los sabios se miraron con caras de preocupación, sabiendo lo sutil e inasible que es la llamada felicidad. Finalmente, uno de ellos, el más viejo de todos, encontró una posible solución: Rey, le dijo, iremos a buscar a un hombre verdaderamente feliz y le pediremos que nos de su ropa. Cuando usted se la ponga, podrá ser feliz como él.
 
El Rey, que habia tomado el tema como si fuera otro "asunto de guerra" anuncio: Muy bien señores...el Rey irá junto con ustedes en busca de ese hombre.
 
Entonces la comitiva, con sus pajes, sus carruajes, sus sabios y sus asistentes, acompañados por el mismísimo rey, salió a realizar dicha saga.
 
Luego de recorrer durante varios dias todas las comarcas de arriba a abajo preguntando a los aldeanos por alguien que fuese verdaderamente feliz, ninguna respuesta positiva obtuvieron. Algunos tenían problemas con sus pequeñas tierras, otros con sus mujeres, las mujeres con sus familiares, con sus hijos...
 
Con el animo bastante apesudambrado el Rey decidió detener la comitiva y sentarse a descansar bajo un frondoso arbol, que invitaba a la siesta. Junto al arbol corria murmurando, un arroyo fresco y saltarín, abundantes en flores que llamaban a mariposas de todos los colores. Entonces, el Rey vislumbró un hombre, un pequeño hombre que se dirijia hacia donde él estaba. El Rey dió la orden a sus soldados que lo dejaran pasar. El hombre, ante semejante despliegue de carruajes, banderas y soldados no sabia que hacer. 
El Rey le hizo un gesto con la mano y ambos se sentaron bajo el arbol. Entonces el Rey le pregunto: Dime, tu sabes quien soy pero yo no. Simplemente quiero saber si tu eres feliz. El hombre en su humildad y simpleza, espero unos segundos bajando la mirada ante el Rey y dijo suavemente: si... Pero dime, dijo el Rey, eres entonces verdaderamente feliz? -Si, mi Rey, tengo mis ovejas, este arbol donde descanso...el rio...soy un hombre feliz. 


Bueno, le dijo el Rey imperativamente siguiendo el consejo de los sabios, entonces te ordeno que me des tu camisa.
 
Y el humilde hombre le respondio: Mi Rey, no tengo camisa...

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