La mano de Jesús y la tierra tiemblan. Mientras, el orgullo argentino golpeando una y otra vez con furia la Costanera porteña.
En Montevideo es más fácil ver la vida pasar. Por suerte para ellos, no tienen tantas minas, tantas copas, tantas divas, tantas victorias por defender.
Montevideo es una ciudad que parece olvidada del mapa mundi del business internacional, que si golpea, para bien y para mal, a su hermana mayor Buenos Aires.
Sentado en el puerto, el viento del mar me saliniza, se me mete entre las neuronas y me lanza a escribir esto.
Jesús es el dueño del Bar Lorenzo, sito en Maciel y Washingtom. Nacido en Sgo. de Compostela, arribó a estas costas en 1953. Jesús y sus parroquianos hacen que aún me maraville del querido siglo 20, que todavía vive en las manos temblorosas de Jesús.
Pero el siglo 21, que de a poco se va adueñando del mundo -en BsAs, Londres, Paris, llegó hace rato- comienza también a golpear en las costas montevideanas.
Leyendo las noticias del desastre en Japón uno se pone a pensar si este siglo 21 será el último de la humanidad.
No lo sabemos, pero al menos yo, prefiero pasarlo frente a un mar y a una gente calma.
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