...Una mujer muy mayor se asoma con una mueca que intenta ser sonrisa diciendo: "Hola Johnattan...! viniste a verme..." Es la abuela ciega del pequeño ladrón que, ingenuamente, piensa que su querido nieto ha venido a visitarla por Navidad. En ese segundo decisivo, Harvey opta por seguirle el juego. Los desconocidos se abrazan fraternalmente pero la abuela, que es ciega pero no tonta, se da cuenta de que ese hombre no es ni nunca podrá llegar a ser su nieto. La cara de la mujer se hace más patética aún, con la sonrisa en su boca y la tristeza en sus ojos. Acompañada de esa leve resignación lo hace pasar. Son dos solos en busca de alguna compañía. Harvey se da cuenta de que la casa esta llena de trastos, de objetos del pasado pero que no hay ni un atisbo de comida. Le propone a su nueva abuela ir a comprar algo para comer. Vuelve con pavo, ensalada varias, pan, postre, un vino y una botella de champán para el brindis navideño. La viejita saca su mejor mantel y juntos arman la mesa. Ella le pregunta por su vida y Harvey, en su papel de buen nieto, le cuenta de la universidad donde esta tan contento, de la noviecita que tiene...La viejita escucha todo con la cabeza ligeramente ladeada hacia él, asintiendo con su mueca-sonrisa, sabiendo que todo lo que escucha esta muy lejos de ser verdad. Pero que es el único menú navideño que tienen para esa noche. El tinteneo de platos y vasos relaja la charla y si alguien los viera de afuera, podría pensar en una típica postal navideña. Claro, que en blanco y negro. Luego de la cena, Harvey pide permiso para dirigirse al baño. El vino que tenia guardado la abuela ya esta casi por terminarse. Es la primera vez que Harvey queda solo en el departamento. Mientras se lava las manos, su vista lo lleva a una montaña de pequeñas cajas que se apilan junto al lavatorio. Al agacharse ligeramente Harvey distingue que son cámaras de fotos. Unas diez cámaras en sus cajas, nuevas... Harvey intuye de donde vienen esas cámaras y decide tomar una. Casi sin pensarlo. Vuelve a salir al living y ya la abuelita duerme la mona del pavo y del vino. Harvey deja con cuidado la billetera y se va. Hasta acá el fin de la historia. Pero este cuento tiene una posdata. Harvey volvió meses después a los suburbios para ver si seguía la cariñosa abuela que de tan peculiar forma había conocido. Toco la puerta, y le abrió un hombre joven. De fondo se veía a una mujer acunando a un bebe. El hombre parecía no conocer a ninguna mujer de esas características. Era imposible que esa mujer, que estaba mas cerca de los noventa años que de los ochenta y que parecía muy sola, se hubiese mudado. Seguramente la abuela habría muerto.Pero su última Navidad la había pasado en compañía de él, de su querido nieto(1).
(1) Pequeña historia del cuento de navidad de Auggie Wren.
El relato nació a partir de un pedido del New York Times para la navidad de 1990. Como a Paul Auster no se le ocurría nada le consulto a Wren, su vendedor de cigarritos del barrio de Brooklyn. Wren le contó entonces el cuento y apenas se edito en el diario, el director de cine Wayne Wang lo llamó a Paul Auster para proponerle la inclusión del cuento -de un modo caprichoso y tangencial- en un película. El resultado fue "Smokes".
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1 comentario:
oooooo muy triste
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