14.7.12

Nada del otro mundo

Para el que la tiene más o menos resuelta, la vida debería ser un placer.
Solo tendría que levantarse y vivir: por ejemplo, caminar hasta el barrio que elija y sentarse en el bar que su intuición le sugiera.
Esta persona no tendría que pensar la vida, ni lucharla, ni entenderla, ni escribirla y sobre todo, no debería temerla.
Sus encuentros y desencuentros con el otro no deberían ser pensandos, ni buscados, ya que esta persona no tendría una gran necesidad del otro.
Lo mismo sucedería con lo material, ya que esta persona, no le daría demasiada importancia a tener la ropa planchada o las ventanas impolutas.
Miraría la vida solo como una idea. Su placer y hasta su misma existencia sería eso: una simple idea.
Una buena idea que no la finalizaría la muerte. Este hombre o esta mujer, sería consciente de su llegada, mucho antes que el hombre de la guadaña viniera a sumarlo a sus filas.
Cuando este hombre o esta mujer, caminasen tranquilos por ese barrio desconocido, ya estarían sabiendo de su muerte. De la muerte como fín. El fín de ese barrio, de esa caminata, de esa historia.
Serían tan conscientes, que esa idea, la muerte, sería parte de la vida.
Y la vida, una idea.
Así, la llegada del hombre de negro, encapuchado y con guadaña, no sería ninguna novedad.
-"Hola Muerte, llevo toda la vida esperandote. Pensé que no te tardarías tanto en llegar".
-"¿Como la pasaste? ¿Que tal estuvo, esto que le dicen La Vida? - le preguntaría la enflaquecida Muerte.
-"Estuvo bien...Nada del otro mundo. ¿Y ahora, puedo preguntar a donde?
-"Pff...todo bien. Nada del otro mundo."

3 comentarios:

INES dijo...

BIEN JO EL GRAN TEMA lA MUERTE, LA LIMPIA MUERTE!!!!

moris dijo...

Felicitaciones Jose, querido. Que siempre tengas esta inspiracion!!!papa

Peter dijo...

¿Estás seguro de que no es una pequeña autobiografía? Abrazo grande y adelante con tus geniales ocurrencias.
Pedro