Hombre de la ciudad, no te preocupes nada,
tu sabiduría sabe que estás equivocado.
Querido hombre de la ciudad,
tus sueños de gente ya fueron soñados por alguien más.
Descansa tu cara sobre la almohada,
hay ruidos extraños bajo tu cama,
alguien quiere salir pero no dice nada.
Hasta que el cielo se vuelva a abrir, nadie nos llama.
Hombre de la ciudad, llaves de siglos que no abren nada.
Todo estaba ahí cuando nací, pero no dije nada.
No dije nada.
Hombre de la ciudad, ojos gastados que nadie ve,
no querés caer pero su cama te llama,
como la tierra al asfalto, como la sangre a granel.
Hombre de la ciudad, ¿no ves que las calles no llaman,
que los taxis no llaman, que las horas no llaman?
Y ella sentada, siempre, de espaldas a tu pared.
Hombre de la ciudad, hasta que el cielo se vuelva a abrir,
nadie nos llama.
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